Mauricio Macri ya tiene quien le escriba

escriben Mariana Bonazzi y Agustín Uriona▹
Encarcelado, torturado, secuestrado, juzgado, absuelto, impublicable. Juan Carlos Bayarri nos acerca su denuncia, que no casualmente tiene tantos años como la carrera pública de Mauricio Macri. Si a pesar de estos 24 años Juan Carlos presta su voz es porque sin dudas “Todavía tienen que suceder cosas”.



Nadie es ajeno a la Historia. Nadie escapa a las manos escrupulosas que a veces deciden obrar en su nombre. Si le hubieran preguntado a Juan Carlos Bayarri si quería ser parte de ella –de esa historia- hubiera dicho, definitivamente, que no. Los policías de civil que lo secuestraron a él y a su padre, que lo torturaron y lo forzaron a asumir la culpa de un delito que nunca cometió, no le consultaron nada antes de subirlo en aquel coche en Avellaneda. Tampoco la justicia nacional, que lo tuvo casi 10 años preso sin sentencia. En el año 1991, Juan Carlos Bayarri fue llevado contra su voluntad al Olimpo y tres días más tarde fue conducido por la madrugada al departamento central de la Policía Federal. Allí fue alojado varios días en un calabozo hasta que lo llevaron a declarar al Juzgado del Doctor Nerio Bonifati. En realidad la declaración estaba hecha cuando llegó, ya que había “confesado” ser uno de los secuestradores de Mauricio Macri días antes en el ex centro clandestino de detención El Olimpo.
Mauricio Macri fue “secuestrado” el mismo año que Bayarri, dos meses antes. Sus captores lo retuvieron catorce días hasta que el empresario amigo del Grupo Macri, Nicolás Caputo, pagó un rescate millonario. El candidato presidencial era entonces “sólo un ingeniero, padre de tres hijos, que se ocupaba principalmente de su trabajo, su familia y de sí mismo”, según relata en su página web. Sólo un eufemismo para decir que era un empresario ligado a los negocios de su padre. Lo cierto es que su secuestro fue el principio de su lanzamiento mediático, ya que antes pasaba desapercibido como muchos de los otros empresarios poderosos del país. A partir de entonces su aparición mediática fue exitosa, lo mismo que su carrera dentro del Club Atlético Boca Juniors. Posteriormente fue diputado y después ya sabemos. Pero, ¿qué fue de Juan Carlos Bayarri?
Con una perforación de tímpano, heridas visibles y manchas de sangre en la ropa, Juan Carlos Bayarri no despertó sospechas ante el Juez Bonifati y su experimentado secretario Eduardo Albano Larrea, quienes tampoco se percataron que nadie puede declarar sin un abogado en horas de la noche de un domingo. Fue enviado a la cárcel y permaneció casi 13 años en Caseros y luego en Marcos Paz, siendo la primera camada que inauguró esta cárcel. La denuncia hecha por su padre sobre el secuestro de ambos y la denuncia hecha por el mismo Bayarri por tortura nunca prosperaron en la justicia local, a pesar de las pruebas contundentes que jugaban a favor suyo. Como la justicia nacional se rehusaba a investigar debidamente lo sucedido Bayarri no tuvo otra opción que apelar a un organismo supra nacional. Cosa difícil ya que no se acepta cualquier caso ni de cualquier índole. No obstante en el año 1994 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos aceptó la denuncia, en el año 2001 dio la admisibilidad del caso y en el año 2004 Juan Carlos Bayarri fue absuelto “libre de culpa y cargo”. La Comisión demanda ante la Corte Interamericana al Estado Argentino y Bayarri viaja Tegucigalpa a declarar ante los jueces internacionales. Dicha Corte condenó al Estado Argentino por graves violaciones a los derechos humanos y ordena, entre otras cosas, la sanción a los responsables de estas vejaciones a los derechos humanos.[1]
Quien les escribe está tan intrigado como el lector de esta nota en saber el motivo del encubrimiento mediático de este caso. Quien les escribe, sin embargo, saltó de su silla a tiempo y consiguió una entrevista en exclusiva con Juan Carlos Bayarri. Acompañados esta vez por Mariana Bonazzi, el equipo del Pez se acercó al café porteño La Paz para llegar hasta lo más hondo de esta injusticia. Los servicios de inteligencia, los grupos de tareas que operaron luego de la dictadura en secuestros y negocios ilegales, la supuesta “independencia” que algunos jueces hipócritas se auto adjudican hoy en día y la más maravillosa arma para la impunidad: el encubrimiento mediático. Todas estas aristas de la política actual intervienen en el caso Bayarri y, tal vez, sea ésta la razón del silencio que acompaña esta historia.

Le dedicás el libro Los Frutos del Árbol Venenoso a tu padre, quien falleció mientras estabas preso.  Y también se lo dedicás a Néstor Kirchner, ¿por qué?
Yo quedo en libertad en el año 2004 y Kirchner asume la presidencia el año anterior. Él no es el hombre que me puso en libertad, pero sin una administración como la de él yo no hubiera podido salir. Es el primer mandatario que impone el respeto a los derechos humanos y, por lo tanto, se empiezan a ver cosas favorables a mí que no habían ocurrido antes. Al punto tal, que recién en ese momento se toma en consideración que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos estaba investigando mi caso, antes nada que ver. Hacía falta un Néstor Kirchner. Sin ese gobierno yo hubiera seguido preso. No hubiera recuperado la libertad ni con De la Rúa, Duhalde y mucho menos con Menem.

¿Quiénes te secuestraron?
A mí me secuestraron policías de la División de Defraudaciones y Estafas de la Policía Federal, que tenía una Brigada Anti-Secuestro. Hoy en día se la llama División Anti-Secuestro, que tiene un pasado calamitoso también. Es creada por el ex-ministro de Menem, Carlos Corach, y respondía nada más y nada menos que a Alberto “Fino” Palacios. Carlos Alberto Sablich, Schettino, Storni, Gutierrez y unos cuantos más fueron los policías que me secuestraron y torturaron, todos ligados al Fino Palacios y a Mauricio Macri. Es toda gente nefasta.
En la policía uno no puede estar muchos años en el mismo destino, tiene que rotar y así conocer las distintas funciones. La gente que me secuestró permaneció mucho tiempo en esta misma dependencia. Sablich estuvo más de veintidós años integrando la ya mencionada división. ¿Por qué? Porque era el que tenía realmente el manejo de los secuestros de envergadura del país. Algunos lo tintan como el mejor especialista en secuestros, y yo digo que es cierto: es el mejor en hacer u ocultar secuestros.

¿Cuánto tiempo permaneciste secuestrado?
Estuve tres días secuestrado en el ex-campo de detención El Olimpo. Me tuvieron todo ese tiempo en una habitación donde sólo había un catre. Tiempo después me dijeron que esa era la superficie más propicia para realizar descargas. Y así fue, me aplicaron picana eléctrica en los pies, en las axilas y en casi todo el cuerpo. Como si no fuera suficiente también recibí el submarino seco que consiste en ponerte una bolsa de plástico en la cabeza y hacerte perder la respiración al mismo tiempo que se aplican golpes en el cuerpo. En estos golpes me perforaron el tímpano. Todo este tiempo lo pasé sin saber dónde estaba mi viejo, que lo habían secuestrado junto conmigo. Nos encontrábamos saliendo de mi antigua casa en Avellaneda para ir hacia mi casa en Bernal. Fue una desesperación total.

¿Por qué pensabas que estabas secuestrado?
Me dijeron en el momento del secuestro que estaban buscando a un violador. Y yo sabía que estaban buscando a un tipo en el barrio que tenía características parecidas a las mías. Pero obviamente era otra cosa. Ellos me interrogaban y me preguntaban qué sabía sobre el secuestro de Macri. Me hace pensar que ellos estaban preocupados por lo que yo podía saber sobre el tema, en vez confirmar si yo lo había hecho.

¿Qué información podías tener vos del secuestro de Macri en ese entonces?
No sabía nada, ni siquiera tenía conocimiento de quién era Macri. Y en relación a esto quiero recalcar algo. Durante esos tres días, en una de las sesiones de tortura se hace un silencio sepulcral: el silencio del respeto. Yo no creo que entre policías que estén cometiendo un delito tan grave se respeten de esa forma. Imperó el respeto que para mí no era de un agente policial. Yo llego a la conclusión de que era una alta autoridad… o un empresario. De repente, sentí olor a perfume. Pero un perfume muy caro.

¿A dónde te llevan después de El Olimpo?
A los tres días me suben a una camioneta blanca y me sacan las vendas de los ojos. Me empezó a sangrar la entreceja y también me salían líquidos y sangre del oído, a causa de la perforación de tímpano. Primero me llevan al Departamento de Policía, donde me movían con la cabeza a gachas y por las escaleras internas. Querían que me viera la menor cantidad de gente posible. Y me dirigen directamente a la División de Defraudaciones y Estafas. Ahí me alojan en un calabozo reducido. En ese momento estaban preocupados porque, dado mi estado calamitoso, no me podían sacar la foto para hacer el registro. Después de varios días, me llevan un domingo por la noche al Palacio de Tribunales, al Juzgado de instrucción n°25 a cargo del Juez Bonifati, ya difunto. Cuando llegué la declaración ya estaba hecha, faltaba poner unos detalles nomás. No se cumplieron ninguno de los requisitos de una indagatoria, ni siquiera me respetaron el derecho a tener un abogado o defensor oficial.
Me tuvieron preso diez años sin sentencia, cuando el máximo es dos años. A pesar de una denuncia internacional[1], me sentencian luego de diez años a la reclusión perpetua. No salía nunca más.

¿Cómo viviste los años en la cárcel?
Yo soy un hombre muy creyente y en la cárcel muchos pierden la fe. Yo no, yo seguí y eso me ayudó muchísimo. Yo me dedicaba a ayudar, aparte de escribir lo mío. De cincuenta escritos que escribía, capaz servía uno. Ayudé mucho a un muchacho que estaba preso él y la mujer, y conseguí la excarcelación para que ella se pueda hacer cargo del hijo. También hice pedidos de condicionales y audiencias. Hasta ayudé a presentar a dos presos de Marcos Paz como denunciantes ante la Comisión Interamericana.
Cuando hacían una requisa en mi celda no buscaban drogas, ni facas, ni nada de eso: buscaban papeles. Podría haber estudiado, fui el primero en anotarse y capaz hoy sería abogado pero seguiría preso. Cuando salí hasta me levantaron en andas los demás internos, a pesar de que en la cárcel no quieren que se vaya nadie, quieren que se queden. Pero mi caso fue especial… Era una lucha tremenda, no salía más. Y logré la libertad libre de culpa y cargo: un día me dijeron “vayasé”.

¿Cómo fue que pudiste salir de la cárcel?
Luego de que me sentencien a reclusión perpetua mi abogado renunció a esa causa y entonces me tenían que designar a un defensor oficial. No lo hicieron. Yo desde el único teléfono del pabellón llamaba y llamaba a la Defensoría Oficial pero no me daban respuesta. Hasta que un abogado me sugiere que haga un reclamo porque de lo contrario se complicaría aún más revertir la condena que me habían puesto. Se comunicó con el juzgado y al otro día me llevaron a Tribunales, designándome un defensor oficial. De tanto insistir, conseguí una audiencia con los jueces Vigliani y Cavallo, esté último posteriormente fue abogado del grupo Clarín. Yo fui con una carpeta, donde llevaba la admisibilidad del caso en la Comisión Interamericana. Cavallo me acuerdo que estaba con fiebre y ni me miraba, mientras que el otro juez me prestaba mucha atención. Hasta que abro la carpeta y saco los papeles, y Cavallo me pregunta qué era. Les explico que soy denunciante ante la Comisión.
—Esto tiene que estar en el expediente junto a tu causa. —me dice Cavallo— Tenga paciencia, que este es un caso muy difícil.
—Sí —respondo— es un caso difícil, por la acusación por torturas que le hago a Sablich. Ahí Cavallo se pone loco.
—¡Qué Sablich ni qué Sablich! ¡¿Usted no sabe quién soy yo?! ¡Se terminó la audiencia! ¡Llevenseló!
Yo pensé que me iban a confirmar la sentencia a reclusión perpetua. Pero pasaron dos años y medio y en el año 2004 la Sala I de la Cámara Federal de Apelaciones en lo Criminal de Capital Federal dispone mi absolución libre de culpa y cargo. Caso único en la historia de la República Argentina, se pasó de los dos extremos que marca la ley. Se comprobó que había serias irregularidades, fraude procesal y torturas.
Ellos pensaron que era un preso normal, que luego de conseguir mi puesta en libertad me quedaría callado. Yo seguí con la causa que inicié por torturas, con la denuncia internacional, con todo. He recibido amenazas dentro de la cárcel y hasta colocaron una bomba a mi familia y otra a uno de mis abogados. Hasta me siguieron amenazando cuando recuperé la libertad.

¿Cuál es la relación entre Macri y las personas que te secuestraron?
Yo se que Sablich tiene una amistad muy grande con Mauricio Macri, una relación muy afectiva. En el momento de su secuestro –que yo pongo en duda– dice que quienes lo “rescataron”, o sea Sablich y los demás efectivos, le salvaron la vida. También se iba a nombrar a Sablich como jefe de la Policia Metropolitana, en vez de al Fino Palacios. Palacios se tuvo que hacer cargo porque el comisario Sablich estaba procesado en mi causa por torturas.
Macri va a declarar a la causa que hice yo por torturas porque Sablich lo propone como testigo. Gracias a su condición de Jefe de Gobierno podría haber declarado de forma escrita, pero la defensa de Sablich quería que lo haga personalmente. Cabe aclarar que el abogado de Sablich es el doctor Ricardo Saint Jean, hijo del ex General Manuel Saint Jean, quien fue gobernador de facto de la Provincia de Buenos Aires durante la última dictadura[2]. Saint Jean me dice que “el ingeniero va a venir, a decir que usted lo secuestró”. Yo le dije que no había problema, que lo iba a querellar. Finalmente, declara por escrito y no me acusa de nada. Macri se limita a decir que Sablich es un buen comisario.
La Policía Metropolitana se diagrama, según lo que me informaron, en el Cuerpo de la Policía Montada donde “encarcelaron” a mis captores [3]. Sablich, Gutierrez y los demás delincuentes recibieron durante su cómoda estadía visitas del Fino Palacio, Macri, Jorge Oriolo[4], Eugenio Burzaco[5] y otros más. Se diagrama en la Policía Montada y con presos, Sablich y Compañía.

¿A qué se debe el silencio mediático de tu secuestro?
Para empezar, la lectura del libro ya causa vergüenza a más de uno. En este momento está en juego la carrera política de Macri, pero lo que siempre se trata de defender es el prestigio de la Policía Federal. Sablich, quien a esta altura nombré tantas veces, trabajó en una oficina paralela de inteligencia luego de que se fue de la Federal. La oficina estaba situada en el hotel Savoy, donde Luis Barrionuevo es el accionista mayoritario. Fue creada por ex secretario de la SIDE, Miguel Ángel Toma, quien es muy amigo de Mauricio Macri, con el objetivo de seguir a los candidatos del oficialismo previo a las elecciones. Sablich no es un hombre que descanse, sigue.

¿Crees que Mauricio Macri fue secuestrado?
Probar que fue un autosecuestro resultaría difícil aunque no imposible, pero hay cosas que resultan inexplicables. ¿Por qué Mauricio Macri no actuó bajo el rol de querellante? Nunca tuvo interés en la causa. El juez Zelaya, que manejaba la causa por las torturas cometidas en mi contra, dice ante sus empleados que nunca iba a hacer nada con mi causa porque de esa manera se caería la causa por el secuestro de Macri. ¿Cuál es el problema de que se caiga la causa Macri? Señores, yo probé que fui torturado y el problema es que se descubran otras cosas. Macri era un desconocido, y el secuestro lo lleva a la arena política. Yo pongo en duda que haya sido secuestrado. Capaz haciendo memoria, quien te dice, en sede judicial me acuerde de algo más.

¿Por qué creés que te secuestraron?
Esta pregunta me la hacen en todos lados y te voy a contestar lo mismo que le dije a Canaletti en TN. Porque le podría haber pasado a usted o a cualquiera.

Pareciera que en tu vida ya pasó de todo. ¿Cómo sigue tu historia?
Todavía tienen que suceder cosas. Quiero que en mi causa por torturas se defina Casación y eventualmente la Corte Suprema. Quiero que se informe sobre el resultado final en el ámbito judicial local a la Corte Interamericana. Que se arregle mi situación administrativa policial. Falta también que se terminé de acatar la sentencia de la Corte Interamericana. Me tienen que eliminar los antecedentes de todas las Fuerzas de la Argentina. Acataron casi todas, hasta la Policía Federal, pero falta la de la Policía Aeroportuaria. Quiero que los tipos que me secuestraron sean condenados con sentencia firme. Me gustaría el día de mañana poder leer el diario y que nadie dude de lo mío. Porque acá siguen diciendo “por algo será” o “algo habrán hecho”. Y si lo medimos con esa misma vara, ¿qué hay de los lamentables 30.000 desaparecidos? No es así.
Lo que quiero es vivir hasta los 90 o 100 años, vivir mucho. En mi familia hay muchos longevos. Aunque no creo que los pueda vivir, la cárcel te destruye con los años. Y como dijo el Juez Bonadío, pero yo no soy Bonadío, si aparezco muerto busquen a mi asesino. Fueron ellos, fue Mauricio Macri.

 

[2] Bayarri manda la primera misiva a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 25 de marzo de 1994. Luego de examinado el caso, a comienzos del 2001 es aceptada su demanda contra el Estado Argentino. Sin embargo, meses después el Juez Canicoba Corral que maneja la causa Macri lo sentenció a la pena más fuerte: reclusión perpetua. Es recién en el 2003 que Bayarri es liberado “libre de culpa y cargo” recuperando libertad.
[3] Fue el autor de la famosa frase “primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes y, finalmente, mataremos a los tímidos”.
[4] Relata Bayarri en su libro: “Sin embargo no fueron alojados en la mencionada alcaldía, sino en espacios mucho más opulentos, o sea en las habitaciones del cuartel, donde podían cumplir la detención montando a caballo, practicando deportes o comiendo asados regados de abundante vino, tratados como celebridades y no como sujetos sospechados de ser los autores de graves violaciones a los derechos humanos”.
[5] Comisario General de la Policía Federal de ese entonces que se desempeñaba como subjefe de la fuerza.
[6] Ex-jefe de la Policía Metropolitana. Fue el sucesor del Fino Palacios y el primer civil en asumir ese cargo. Es autor del libro El poder narco


Fotografía por Agustín UrionaOctubre 2015