Vimos Intensa-mente y nos gustó

BLOG ⚫ 28/06/2015
Después de dos años sin ver ningún estreno de los estudios Pixar finalmente llegó a la pantalla grande Intensa-mente. Las expectativas eran muchas y fueron alcanzadas. A veinte años del estreno de Toy Story, todavía quedan motivos para festejar.



SIN SPOILERS
Para los que no estén al tanto, esto puede sonar muy raro: los protagonistas del último estreno de Pixar, Intensa-mente, son las emociones que viven dentro de una niña de once años. La mente es el escenario en donde transcurre la acción de esta película. Eso es lo único que vamos a contar de esta historia, porque el brillo de esta joyita no está ahí.
En todas las producciones de Pixar, el estudio responsable de la mayoría de los éxitos de taquilla en materia de animación por computadora, existe una fase de investigación donde se busca la mejor manera de representar los mundos fantásticos de sus películas. En la mayoría de los casos, eso se hace observando al mundo que tenemos a nuestro alcance: para Up, una aventura de altura una buena parte del equipo de arte fue enviado a las cataratas del Niágara a observar, estudiar y dibujar. En Buscando a Nemo se llevaron muchos peces al estudio para que los animadores pudieran captar mejor sus movimientos. En la producción de Intensa-mente, la cuestión se tornó más compleja: ¿cómo mostrar el interior de nuestras cabezas? Sin dudas, el entorno físico del cerebro, rosado, oscuro y viscoso no quedaría muy bonito. La investigación entonces pasó por otra parte: la psicología. El director Pete Docter (responsable de Monsters, Inc. y Up, además de guionista de Toy Story y WALL•E entre otras) juntó a su equipo y se encerraron a estudiar. Charlaron con especialistas en la materia para aprovechar todos los componentes de la mente, desde cómo se conforman los sueños hasta dónde se encuentran nuestros miedos más oscuros. Sin ir más lejos, había que resolver un asunto fundamental: ¿cuáles son nuestras emociones básicas, las más fuertes? La respuesta terminaría de definir a los protagonistas: Alegría, Tristeza, Temor, Disgusto y Furia.
Sin dudas, el resultado final logra materializar todos estos conceptos teóricos de manera simple, de modo que hasta el más pequeño los pueda entender, pero lleno de chistecitos por debajo de la alfombra que hacen sonreír a los más grandes. Cuenta Docter que luego de la tradicional función especial para familiares previa al estreno, un miembro del equipo se le acercó para contarle que su hijo, que nunca había podido meterse debajo del agua, lo había logrado después de ver la película. El niño explicó que había podido entender que el Temor había estado al mando y sólo había que pedirle que se corriera por un rato. Mostrando las emociones desde esta perspectiva, la película facilita una herramienta para llevar al plano de lo real algo tan abstracto como los sentimientos. Queda la recomendación, a modo de experimento, de ir al cine con un niño y discutir en detalle la película después.

ANEXO
Hicimos un poquito de investigación en la previa y encontramos dos cortos animados que comparten esta idea de las personitas dentro de nuestras cabezas. El primero, de los estudios de Disney, se llama Razón y Emoción y fue estrenado en 1943, en medio de la Segunda Guerra Mundial. Por esos años, Disney estaba realizando una serie de cortos de propaganda bélica, con "moralejas" patrióticas un tanto extremas. En escasos minutos, el film plantea un conflicto entre dos personajes que conviven dentro del cerebro de los humanos (desde el ciudadano de a pie hasta el mismísimo Hitler) y muestra cómo esta relación afecta al comportamiento.


El segundo, Un cerebro dividido, es el cortometraje de graduación de tres estudiantes de cine estadounidenses y fue estrenado en 2013. Los personajes, habitantes de la cabeza de un muchacho joven en una cita, comparten algunas características con los del corto de 1943, representando las funciones de los lados del cerebro: el lado derecho, basado en la creatividad y las relaciones aleatorias y el lado izquierdo, que desarrolla el pensamiento lógico.