A Rusia con amor

escribe Federico Dalmazzo▹
¿Y cón Rusia qué hacemos? Fede, estrella del mes, decide escribirles esta nota llena de amor.


FRENTE PARA LA VICTORIA

El último 9 de mayo se celebró en la Plaza Roja de Moscú, y en otros lugares del mundo, el 70º aniversario de la capitulación alemana ante el Ejército Rojo, que ocupó finalmente Berlín tras una lucha calle por calle durante casi un mes. Los dirigentes rusos decidieron festejarlo a lo grande, en presencia de los últimos veteranos vivos, con el mayor desfile militar jamás realizado en la historia del país, tarea difícil teniendo en cuenta su larga tradición en este tipo de eventos.
La oportunidad fue bien aprovechada para hacerles llegar un par de mensajes a los incautos de todo el mundo (como uno, sin ir más lejos) y reafirmar a Rusia en el papel protagónico que le correspondió a Rusia en esa guerra, acaso la más promocionada desde que terminó, y que fue totalmente distorsionada por el aparato cultural estadounidense.  Mientras la Unión Soviética perdió de 13 a 37 millones de habitantes, los estadounidenses, que cayeron a último momento desde otro continente, perfumados y con sus industrias intactas, perdieron medio millón de soldados e hicieron uno de los mejores negocios de su historia. Por otro lado, esta conmemoración reafirma el curioso fenómeno de la restauración de la iconografía soviética, que parece haber sufrido un desprestigio pasajero durante el breve “fin de la historia” de la década del ‘90, en la que la potencia fue devastada por los tiburones de la desregulación económica. Por eso no es de extrañar —aunque igual es sorprendente— ni anuncia ninguna colectivización este orgullo por mostrar las banderas rojas, que significaron el ascenso meteórico, de sociedad feudal, a potencia industrial capaz de conquistar el mundo. Ahora Rusia muestra la firme intención de retomar el camino impreso en la misma identidad nacional desde hace siglos; con el zar, con Stalin o Putín, Rusia va… y agarrate.


Es así que, en esta ocasión, se mostraron al público por primera vez armamentos de última generación, desarrollo de la industria guardado con un manto de misterio estratégico. Es que las armas son a Rusia como las vaquitas a la Argentina. La prueba está en que sin importar lo poco que alguien sepa de esto, conoce sí o sí alguno de los clásicos armamentísticos, baratos, eficientes y fáciles de usar. O el Ak-47, el arma de mayor producción en la historia; o el SVD de Evgueni Dragunov,  que venció en concurso a Kalashnikov,  padre del anterior, cuando el Ejército Rojo buscaba ampliar la distancia de tiro de su infantería; o el lanzacohetes portátil RPG-7, todos protagonistas de los conflictos de los últimos cincuenta años alrededor de todo el mundo. O el fusil Mosin Nagant, la pistola Tokarev o los lanzacohetes Katyusha.
Así fue y, por ahora, esta industria no se queda atrás y sigue exportando sin asco su material a cualquier lugar donde tengan para pagarlo. Era de esperar algo temible en el desfile y lo hubo. La estrella fue el T-14 Armata, primer tanque de tercera generación, una bestia rodeada de cámaras de alta definición, una ametralladora teledirigida y una cápsula blindada para los pilotos, cosa de que nadie tenga que asomar ni una mano para hacer bosta todo a los 90 km/h que puede alcanzar. También se presentaron dos vehículos de combate para infantería, el VCI Bumerang , el VCI Kurgánets-25; y el VCI Armata, según los expertos pensado para operar en terrenos donde se hayan usado armas nucleares y otras de destrucción masiva. El Kurgánets cuenta con una cápsula para la tripulación alejada del módulo con armamento para dar protección a la tripulación ante las minas. El cañón autopropulsado Coalición-SV es otra máquina terrible, preparado para alcanzar cualquier objetivo terrestre a 70km y para cambiar de posición en 1 minuto. Por el aire, hicieron show los cazas Su-35 y Su-30, y los helicópteros Mi-35M y Ansat-U. Pero más miedo quieren meter los misiles balísticos intercontinentales Topol-M que, según los orgullosos expertos rusos, pueden evadir fácilmente el escudo antimisiles estadounidense (ABM), y cuyos sustitutos fueron presentados en esta ocasión. Diseñados por el Instituto de Termotecnia de Moscú, el misíl balístico RS-24 Yars de base móvil puede portar un número mínimo de 4 ojivas de 150 a 300 kilotones cada una, y la idea es que estas ojivas IRMV termonucleares, que se cargan en un mismo misil, puedan desplegarse en el aire hacia varios objetivos distintos, siendo otra vez propulsadas y maniobradas en el aire evitando ser interceptadas por los sistemas antimisiles como el que planea desplegar el Pentágono a lo largo de Europa.

NO ES CASUALIDAD

No es ninguna casualidad que estemos escuchando tanto últimamente sobre el país más extenso del mundo. No es casualidad, aunque igual me sorprendí demasiado,  cuando un apacible jueves de octubre estaba sentado viendo a Cristina inaugurar una terminal de ómnibus en Santa Cruz y apareció un recuadrito con Putín en videoconferencia para anunciar la inclusión del canal Rusia Today en la Televisión Digital Abierta. El ex-agente de la KGB y actual presidente tenía su mejor cara de pícaro, la militancia estaba chocha y ahí se pusieron a disertar sobre la importancia de la comunicación entre los pueblos, relaciones bilaterales, etc.[i] Dejando de lado todas las fantasías románticas que podríamos inventar entre estos dos, podemos retomar una pregunta que hizo un deleznable medio internacional, ¿Por qué Argentina se acerca a Rusia cuando otros se alejan? Los piratas de la BBC esgrimen algunas respuestas: apoyo mutuo, Rusia con el tema Malvinas y fondos buitre y Argentina con Crimea, pero sobre todo, y con razón, señalan los intereses de ambos países en cuanto a la cuestión energética.[ii] Privada pero con un importante control estatal, la sociedad anónima Gazprom es un gigante que controla alrededor del 15% de las reservas comprobadas de gas en el mundo y otra buena cantidad de petróleo, siendo la mayor compañía rusa; desde gigantescas instalaciones de tubos y chimeneas en la nieve  y el viento de Siberia, los gasoductos transportan la energía para impulsar las industrias de toda Eurasia, incluida la industria alemana y francesa, que dependen mucho de estas importaciones. Otros países como Lituania, Estonia o Finlandia, que últimamente demuestran su total fidelidad hacia la OTAN entrenando con fuerzas de elite yanquis ante invasiones rusas simuladas, dependen en su totalidad del gas ruso. Ahora sí entramos nosotros: dicen esos medios que citan “expertos” sin nombre ni apellido, que hace ya tres años se vienen gestando negociaciones entre Gazprom e YPF, nada más ni nada menos que para ver qué se hace con Vaca Muerta, el mayor yacimiento de hidrocarburos no convencionales de Argentina. También es de importancia el aporte que pueda hacer la Corporación Estatal Rosatom en Atucha III.
Pero mientras expertos en redacciones secretas citan a otros expertos en reuniones secretas del más alto nivel, hay quienes cada tanto agitan otro tema que nada que ver con este, para objetar las relaciones bilaterales, y es que el Estado ruso sería un gran perseguidor de LGBTIQ (Lesbian, Gay, Bisexual, Transgender, Intersex and Questioning) y por qué no de artistas, poetas, medios, etc. Este tema ronda muchísimas charlas sobre Rusia, y por algún motivo extraño es citado por todo tipo de gente, gente que jamás apoyó la ley de matrimonio, en la que Argentina es pionera, y que sin embargo está al tanto de lo último del “despotismo oriental”. Sin meternos en este tema que requeriría una investigación profunda para no pifiarla, podemos notar dos cosas. Primero, que la banda punk Pussy Riot, famosa mundialmente gracias a la represión severa del Estado ruso, canta en inglés. Segundo, que como explica el experto con nombre, Gabriel Puricelli, “los derechos humanos no rigen la política exterior en ningún país del mundo”.

DIME CON QUIEN COOPERAS Y TE DIRE QUIEN ERES

Por último, una foto más para el album, el Ministro de Defensa Rossi dándole la mano a su par, el general Serguei Shoigú, que luce un típico “poncho” argentino sobre su traje oliva, ambos sonriendo. La foto expresa una nueva etapa de cooperación militar, básicamente compra de armas (por ahora algunos helicópteros Mi-17)  y ejercicios conjuntos, que no podemos sino aplaudir, al menos mientras nuestro país y continente no se declare Territorio Libre Ecosocialista, o algo así. Mientras sigamos metidos en la vorágine del capitalismo, el consumismo y el neoextractivismo, mientras reine entre los argentinos la idea de que es positivo y deseable “insertarse en el mundo”, no podemos sino empujar para insertarnos en esta economía mundial de la mejor de las formas posibles, es decir, en contracorriente a nuestros decadentes amos del atlántico norte. Es evidente que estamos muy lejos de cumplir ciertos pronósticos delirantes que anuncian que Argentina planea bombardear las Malvinas con aviones rusos Su-24 alquilados a cambio de alimentos, pero también es verdad que hacer operaciones conjuntas con los rusos en la Antartida, los mas cerquita de las islas posible, es una buena idea.
La similitud entre las técnicas de estilo de la BBC y el de Clarín, maestros de los potenciales y las fuentes fantasma, no es parte de un complot sino de una explicación simple: se premian entre ellos, hacen congresos, se educan, cooperan. Que los dos estados mas represores y negreros de America del Sur, Colombia y Paraguay, entrenen uno con los estadounidenses y otro esté comenzando su entrenamiento “antiterrorista” con Israel, tampoco es casualidad. Al menos tenemos derecho a una sonrisa cuando escuchemos que ahora nuestro país se ubica tercero en el selecto grupo que entrena con las fuerzas armadas rusas en America Latina, después de Cuba y Venezuela.


Ilustración por Julián Rodríguez F.Mayo/Junio 2015