El loco de la guitarra en la cabeza

BLOG ⚫ 14/05/2015
El historiador Sergio Pujol presenta en entrevista para nuestro blog su última publicación biográfica: Oscar Alemán. La guitarra embrujada (Planeta).


En el marco de las problemáticas de escritura y dado que no es tu primera incursión en el género, ¿cuáles son las dificultades y preocupaciones a la hora de plantear la edición de una biografía? ¿Cuáles fueron las puntuales en este caso? ¿Cuánto tiempo te llevó realizar este trabajo?
La biografía es un género bastante complejo, contrario a lo que muchos suponen (Hace unos años, el prestigioso historiador Tulio Halperín Donghi afirmó que se trataba de un género que no formulaba problemas, cosa que no comparto en absoluto, como es fácil advertir). Se trata de contar una vida a partir de una investigación que inevitablemente tiende a dispersarse: la época, la vida, la obra… son muchas cosas que uno –al menos yo, en cuanto historiador cultural– intenta articular de un modo fluído y coherente. A diferencia de la historia económica o social, la biografía es un género esencialmente narrativo; y esa narrativa suele chocar con la auto percepción que el biografiado tiene de sí mismo. Esto fue complicado en el caso de Atahualpa Yupanqui, que se pensó mucho y escribió varios textos autobiográficos. (N. del E.: Sergio es además autor de En nombre del folklore: Biografía de Atahualpa Yupanqui) Oscar fue menos “intelectual” que Yupanqui, pero obviamente tenía también una versión de su vida, de su arte. No es que el biógrafo deba arrasar con ese relato, pero debe ponerlo en cuestión. Otro problema es lo que Pierre Bourdieu, cuestionando la historicidad del sujeto, llamó “la ilusión biográfica”. La vida no tiene esa linealidad que leemos cuando la vida está cerrada, ya concluida. Esa ilusión nos hace ver determinados momentos de la vida en función de lo que sucedió más tarde. Por ejemplo, uno puede suponer que desde el día que Oscar tuvo en sus manos un cavaquinho estaba predestinado a ser un genio de la guitarra. Pero no había un destino manifiesto. Podría haber sido otra cosa, haber hecho otra cosa con su vida, si bien sus dotes para la música eran incuestionables. Ahí convergen el talento y la decisión del sujeto con el azar, las “oportunidades” que te da la vida. Por ejemplo, él entró a trabajar con Josephine Baker en París porque su maestro y compañero Gastón Bueno Lobo, el hombre que lo había salvado de la indigencia, no pasó la prueba, o no fue aceptado por los músicos que tocaban con Josephine.
Obviamente, en el momento de sentarme a escribir una biografía surgen problemas prácticos. El de las fuentes es central. Me gustan las biografías muy eruditas, con un gran despliegue de fuentes, si bien la escritura debe tener un tono más ligero y ameno. En el caso de Oscar Alemán, conté con fuentes orales y escritas, muy útiles para reconstruir su vida pública. También su extensa discografía, que había sido investigada por coleccionistas europeos. Pero aspectos de su vida privada, como su primer matrimonio con una cantante francesa, Malou, fueron difíciles de abordar.
Trabajé en este libro a lo largo de cuatro años. Pero mi interés por la figura y la música de Alemán data de mucho tiempo atrás. En 1992 publiqué Jazz al sur. La música negra en la Argentina. Ahí le dediqué un capítulo. Quizá esa fue la semilla de este libro.


¿Creés que hacía falta bibliografía que rescate la figura de Oscar Alemán por fuera del personaje y la anécdota? ¿El mito se impuso sobre la realidad a la hora de contar su historia?
Afortunadamente, dentro del jazz y la música popular en general, el nombre de Oscar no es desconocido. Incluso en el exterior (en Francia y en Estados Unidos) se editaron las mejores antologías de sus grabaciones. Sí creo que faltaba un libro que, amén de seguirlo minuciosamente a lo largo de su carrera, planteara ciertas cuestiones que rondan su historia: el cosmopolitismo en la cultura argentina; la relación de nuestra sociedad con el jazz; la negritud (Oscar era afrodescendiente, si bien con mezcla) en una sociedad blanca -como bien lo estudia Berenice Corti–; el fenómeno de la música de baile "no tanguera", para decirlo rápidamente; etcétera. Oscar fue primero un precoz artista de variedades (hacía música hawaiana), luego un virtuoso del jazz en Europa y finalmente un gran showman en la Argentina de los '40 y '50. Tiempos de radio, discos y grandes bailes.
Todas las vidas de Oscar me interesaron. Busqué, tras la aparente linealidad del sujeto, los puntos de ruptura, las invenciones con las que se desenvolvió a lo largo de una vida llena de problemas.
En cuanto a la relación realidad/mito no creo que el caso de Oscar deba ser visto por ese lado. No fue Gardel, no llegó a cristalizar en mito. En todo caso, algunos aspectos de su vida se sumergieron en la leyenda. La tarea del biógrafo es sacar a la luz esos aspectos. No para desautorizar la leyenda, sino para entenderla.

¿Tenés alguna hipótesis acerca del alejamiento musical de Oscar de los géneros latinoamericanos de sus primeras épocas?
No diría que se alejó de lo latinoamericano. Recordemos que fue un eximio intérprete de música brasileña (choro, samba, batuque, baión, etc.) y grabó tangos con el Trío Víctor, y antes con Les Loups. Por supuesto abrazó el jazz, su música favorita y en la que descolló. Cuando Oscar descubrió el jazz, esta era una música nueva, moderna, símbolo de América en el mundo. Pero él nunca perdió contacto con las especies locales. Su último disco, grabado en 1974, se titula Oscar Alemán en todos los ritmos.

Buenos Aires tuvo durante muchos años una tradición fuerte de bandas de swing y jazz más bien tradicional que hoy se filtró en la cultura jóven. ¿Podemos rastrear parte de su encanto a las experiencias del precursor Alemán? ¿Reconocés continuadores contemporáneos fieles a su espíritu?
Sí, Oscar introdujo en la Argentina el estilo swing con cuerdas o manouche, aunque a él le disgustaba que lo catalogaran como "intérprete de jazz gitano". Su influencia fue muy poderosa, al menos en este estilo. Y en los últimos años se produjo una revalorización de sus grabaciones menos jazzísticas. Algunas son muy buenas y originales. Pensemos que en los años '50 formó una orquesta con tres violines, un clarinete y dos guitarras, más sección rítmica.
Por otra parte, en sus últimos años de actuación influyó en varios guitarristas de rock nacional, como Edelmiro Molinari, Claudio Gabis, Botafogo y otros.

Si tuvieras que elegir —por criterio personal— una grabación de Oscar Alemán, ¿cuál sería tu favorita?
Bye bye blues, grabada con el quinteto, en 1942. Su ejecución es brillante, y el tema transmite ese estado de alegría del swing. La música como talismán contra las desventuras del mundo, por entonces inmerso en la Segunda Guerra Mundial.