Sobre la marcha

BLOG ⚫ 25/03/2015
Como cada año, miles de personas acompañaron el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia y se congregaron en Plaza de Mayo en el aniversario del golpe militar de 1976.

La movilización del 24 de marzo, a 39 años de producirse el golpe cívico militar más doloroso de la historia argentina, tuvo un hecho destacado: sus asistentes. Jóvenes, padres y madres con sus familias completas, abuelas, nietos, muchos de ellos nacidos en democracia, se sumaron a la conmemoración en Plaza de Mayo. Como si una generación entera hubiera entendido, como entendieron muchos y cada vez más gracias a la lucha de Madres, Abuelas, Hijos y Organismos de Derechos Humanos, que la Memoria es un hecho colectivo que se construye todos los días y que se trata de salud democrática y no de un pasado que debe dejarse atrás. Lo que se vio el martes a la tarde frente a la Casa Rosada es que hay muchos que están dispuestos a tomar la posta.
Qué mejor verso para describir lo que pasó el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia que el que creó el poeta nicaragüense, Rubén Darío, a comienzos del siglo XX: "Juventud, divino tesoro". El poema continúa, y reza: “¡y ya te vas para no volver!”; por suerte, cada año nuestra juventud no deja de volver.



Apuntes sobre la marcha...
Adriana Bruno (24/03/2015)
Llega un momento en que nos deslumbra la certeza de que la tarea estuvo bien hecha. Era el mayor desafío que hayamos encarado. Pero sabemos que anduvimos bien rumbeados cuando, después de tanto enseñar, advertimos que estamos aprendiendo mucho de nuestros hijos.
Más allá de la experiencia particular, esta tarde ellos se lo dejaron bien claro a nuestra generación. Los HIJOS marcharon a la Plaza con sus propios hijos, niños y adolescentes, sosteniendo la bandera. Saben, esos jóvenes, como saben los nuestros, y como tal vez no supieron nuestros padres, que el miedo no resguarda, y que toda salvación es colectiva.
Les dejamos un mundo difícil, con un trabajo gigantesco. Pero ellos nos enseñan que la lucha es cotidiana y larga. Y que lo que ellos no hagan, lo harán sus hijos. Tal vez, entonces, no nos hayamos equivocado tanto…