The Bad Plus en la Usina

escribe Nacho Castillo ▹
Algunas impresiones sobre la presentación del trío en la Usina del Arte a cargo de nuestro experto.


1. Cuando estos tres tipos entran al escenario con su pinta de neoyorquinos un poco creciditos para el tamaño de los pantalones que llevan puestos lo hacen con un andar relajado que se traslada naturalmente a los primeros sonidos que empiezan a salir de sus instrumentos. El pulso de la batería de David King nos introduce poco a poco en Pound For Pound, primer tema del disco Made Possible (2012) cuya presentación fue la excusa para su acercamiento a este rincón del planeta y a partir del cual Ethan Iverson y Reid Anderson (piano y contrabajo, respectivamente) construyen el clima que da el puntapié inicial a la noche. No hay apuro. Juegan por abajo, tranquilos. Se guardan los pelotazos para más adelante. Lo sabemos y lo saben. Nosotros, oyentes, nos dejamos llevar.

2. La mesura con la que se alcanzan los climas y los matices es impresionante. Entre el murmullo mínimo, la distensión absoluta y el caos total pareciera haber un espacio enorme cuyos extremos visitan sólo ocasionalmente. No hay gritos ahogados, crescendos desesperados ni secretos dichos en voz alta: la palabra justa es dicha en el momento justo.

3. La facilidad rítmica con la que el grupo maneja cada una de las marañas que se propone es asombrosa. Pareciera, además, que el "marcar cuatro" de estos tipos no es más que una advertencia, como si nos dijeran "agárrense fuerte que salimos" y nos tomasen de la mano para llevarnos a transitar algún paisaje desconocido a las corridas, como chicos en plena travesura, como jugando a ver qué tan lejos podemos ir.

4. "Música integradora", las palabras clave que introdujo en medio de su set Marco Sanguinetti, el pianista que lideró el cuarteto que abrió la noche (conformado por Jerónimo Carmona en contrabajo, Migma en bandeja de vinilos y Fermín Merlo en batería), tuvieron su justificación en todo lo que sonó ese sábado sobre el escenario. Los géneros, los estilos, las etiquetas... Si todavía quedan discusiones sobre las barreras en esta área, por suerte hay grupos (¡y muchos!) que se encargan de enderezarnos.

5. El ambiente estaba bastante tenso, arriba y abajo del escenario, por algunos problemas de sonido que se sostuvieron durante buena parte del concierto. Anderson, que ofició de vocero del grupo entre tema y tema, comenzó a dialogar con el público en un nada ridículo español intentando resolver el problema. Una cosa llevó a la otra y sin mucho más que un intercambio de miradas cómplices el contrabajista se encontró de un momento a otro cantando en falsete sobre una base bastante almidonada provista por sus dos compañeros y un acompañamiento de palmas y risas que se contagió en todo el auditorio. La tensión estaba rota. "Son como en la tele", se dijo en voz alta en la butaca de mi izquierda. Tenía razón.

6. The Bad Plus es una banda. La lógica del grupo de jazz que funciona como conjunto de individualidades no aplica en el caso de estos muchachos y eso se nota en cada uno de los temas que van apareciendo (en el caso de este concierto en particular, todas composiciones originales de los miembros del trío excepto por el bis, una versión de Smells Like Teen Spirit que fue precedida por el comentario "ahora vamos a tocar un standard de jazz"). La sensación al verlos tocar es la de una máquina que funciona con sus propios códigos internos, con un manual de instrucciones cuyo contenido conocen al dedillo y pueden poner en marcha con una sola mirada o con un cabezazo inicial. Una vez que los engranajes están girando, vale todo: cualquier cosa se vuelve posible.

Fotografía por Nacho CastilloMarzo 2014